martes, 30 de octubre de 2012

Hasta siempre, abuelo.



  Se fué mi abuelo.

  Se fué mientras estaba con el, acompañándolo en la emergencia de la sociedad médica, esperando verlo despertar para después, en algún momento, llevarlo de nuevo a casa. La suerte o el destino quiso que se fuera sin dolor, sin sufrimiento y sin pena. Se dejó llevar, cansado de la vida y de su cuerpo, cada vez más dificil de tener en pié.

  Me tomó por sorpresa el momento de su partida y no me dió tiempo a pensar o sentir nada. No pude reaccionar de ninguna forma. Cuando el médico se apartó de la camilla y se acercó para decirme lo que yo ya sabía, era evidente que la realidad todavía no me había golpeado como lo hizo un momento después.

  Me quedó grabado lo que repitió tantas veces en los días previos, que el se quería "ir", que ya había sido suficiente, que había vivido bien y que no quería seguir siendo "una molestia". ¿Como iba a ser una molestia realmente, si el había estado yendo y viniendo por si solo y decidiendo sobre su vida como si nada pasara, como si todavía tuviera mi edad? ¿Acaso se privaba de tomarse su whisky o fumarse su cigarrillo, o andaba pidiendo ayuda para todo? Por supuesto que no. ¿No se había ganado acaso el derecho de enojarse por lo que quisiera o reírse de lo que fuera? Claro que sí.

  Molestia hubiera sido si nadie lo hubiera querido, pero ninguno de los que quedamos acá después de que se fué lo quería poco, sino todo lo contrario.

  Desde mis adentros, ardió el dolor de la pérdida, de la desoladora confirmación de que ya no volvería a verlo de nuevo, y desde ese momento el mundo ya no volvió a ser el mismo. Hubiera querido decirle tantas cosas, compartir tanto más con él, pero ya no había tiempo. Ya hacía meses que se había entregado, había dejado de comer, de cuidarse, de tomar sus medicamentos. Visitaba a la cardióloga porque lo llevábamos prácticamente obligado. La última vez se negaba a ir, y luego de un rato de conversarlo, me mostró que era porque ya no podía calzarse y eso lo enloquecía. Para alguien que tiene una vida de ir y venir, activa y vibrante, no poder hacer eso que cualquiera hace todos los días era un suplicio. Lo ayudé a calzarse y le dije que lo tomara como un paseo y que íbamos a pasar por el Parque Rodó a comprar unos churros, que tanto le gustaban. Se lo veía cansado, abatido y no dejaba de repetir que "ya no servía para nada". De todas maneras no se privó de hacerle el clásico chiste del gusanito en el vaso de alcohol a la doctora, como siempre que iba. Me dolía verlo así, y yo sabía que el momento estaba cerca, pero no quería aceptar que el día llegaría tan pronto. Cuando tuviste una vida como la de él, en la que muy pocas cosas te quedaron pendientes, ya diste todo de vos y recibiste tanto amor y cariño, ya no hacía falta nada más.


  Me quedaron recuerdos imborrables, detalles que no voy a olvidar. Algunos son vagos instantes de mi niñez, otros son las historias que él contaba, pero todo lo tengo presente. Me acuerdo como en un sueño de como salíamos a caminar tomados de la mano y me "enseñaba a hablar" usando todo un repertorio digno de Jorge Corona. O cuando me sacó del agua aquella vez en que una ola me tapó en Cuchilla Alta e hizo que me diera cuenta de lo peligroso que puede ser el mar cuando tenés apenas tres años y medís medio metro de altura. O cuando usando algún super-poder que nunca pude entender, detuvo a tiempo aquella hamaca de la que yo me había tirado, antes de que me golpeara en la nuca, seguramente dejándome inconsciente. O cuando nos llevó al Parque Rodó a mi primo y a mi, en la época en que todavía estaba aquel inflable "enorme" en el que te podías meter y saltar como loco, y que ahora cualquiera puede alquilar para el cumpleaños de sus hijos. Me acuerdo de cómo lloré cuando se iban todos juntos a Costa Azul y yo me tenía que quedar en casa porque estaba haciendo fiebre producto de la varicela, y el se acercó a la cama a tratar de tranquilizarme. Me acuerdo de cuando iba a casa trayendo chocolatines "Águila", de como cada vez que venía a casa era una fiesta, y de cuando nos hacía aquellas tortas de cumpleaños adornadas con fondán de colores que tanto nos gustaba. Me acuerdo de los Ricarditos que repartía cuando íbamos de visita. Me acuerdo de aquella tarde en que en una torpeza mía crucé corriendo y sin mirar hacia los dos lados la Avenida Millán, y un grito de él hizo que me detuviera a escasos centímetros de la trayectoria de un enorme camión que intentaba frentar sin lograrlo. Me acuerdo de cómo me acompañaba para que aprendiera a andar en bicicleta, de los caramelos que me daba todas las noches, de las idas a los juegos del Prado y las visitas al museo Blanes.

  Cuando fui creciendo, me acuerdo de las conversaciones en las que intentaba convencerme de que estudiara y creciera siendo una buena persona, porque según decía, yo era su nieto preferido, un privilegio que nunca merecí pero que llevé con una mezcla de pública vergüenza y secreto orgullo durante toda mi vida. Me acuerdo de cuando me iba a quedar algunos días a su casa y al caer la tarde el me preparaba aquellos sandwiches de pan marsellés, con butifarra y ajíes picantes. Me acuerdo de cuando me llamó emocionado para que fuera a leer una carta de respuesta a una petición de trabajo que él me había incentivado a hacer a un laboratorio, que finalmente resultó ser una carta de rechazo, y de su cara triste y avergonzada a pesar de mis intentos de darle poca importancia al asunto. Me acuerdo de cuando se tomó la  molestia de coleccionar aquel Manual de Windows 98 que salía con el diario "El observador", y que yo no sabía cómo explicarle que parte de mi trabajo consistía en enseñarle a la gente a programar, una tarea para la cual había que saber mucho más de lo que ese manual jamás podía llegar a tener.

  Me acuerdo del taller de relojería, al que él le había puesto el nombre "Diasfi", en honor a un amigo fallecido que se llamaba "Fidias". Recuerdo las tardes que pasamos jugando a la conga "los hombres" contra "las mujeres", y mientras la abuela nos hacía trampa contándose puntos de menos, yo amenazaba con "cortar", y el abuelo cortaba de verdad, dejándome casi siempre con demasiados puntos en la mano. Me acuerdo de las pizzas que hacía cuando íbamos de visita, de las cazuelas de mondongo que organizaba en invierno, de los pasteles hojaldrados y el pan dulce de fin de año.

   No me olvido de lo contento que se quedó cuando fuí a la feria a visitarlo con mi novia, quien ahora es mi mujer y le mostré las alianzas que yo mismo había hecho cuando cumplimos 10 años de noviazgo y de cómo me amenazó de que si dejaba a "Anita" iba a tener lío con él. Me acuerdo de lo orgulloso que estaba cuando pusimos en sus brazos a Valeria, mi primera hija, y de lo feliz que estaba cuando supo que Tatiana, mi segunda hija, había nacido el mismo día de su cumpleaños.

  Me acuerdo de las veces que fuí a su casa y las que vino a la mía, que lamento cada segundo que no hubieran sido más, y como el me palmeaba la espalda y me decía "¡Vos sos mi nieto!", como si no tuviera ninguno más.

  Sabía ser dificil cuando quería, terco e inflexible y no se puede decir que era una persona intachable sin faltar a la verdad. Tenía defectos y debilidades como tenemos todos, pero como sus zapatos me quedan demasiado grandes y no viví todo lo que él vivió, no lo juzgo ni lo reprocho, ni lo haré jamás. Para mí fué todo lo que podía pedir de un abuelo, y yo lo amaba como a nadie más, con un amor de familia que no he sido capaz de sentir siquiera por mis propios padres.

  Aquella mañana lluviosa, el médico salió del box 23 de emergencias de la sociedad, me apartó al pasillo e intentando ser amable, condescendiente y respetuoso, me dijo que era muy dificil que hubiera podido salir adelante, que tenía el corazón muy grande y que no lo había soportado... ¿Cómo no iba a tener un corazón grande si tenía que querer a tanta gente y si todos lo queríamos tanto?.


  La noche anterior a su partida tuve un sueño extraño, que solo le comenté a mi mujer. Soñé que sentado en una silla, maniatado, había alguien (que en el mundo "real", también se fué de esta vida), rodeado de personas que lo juzgaban, como si fuera culpable de algún crimen atroz. Él no hacía nada por defenderse, sino que simplemente aceptaba el castigo que le impondrían, que en el sueño era la muerte. Yo, desesperado ante la dócil sumisión y aceptación del acusado, le pregunté finalmente: "¿Es esto lo que vos querés?", a lo cual él se paró delante de la silla, libre al fin, como si hubiera podido desatarse inmediatamente, me miró directo a los ojos y me dijo sin titubeos "Si". En ese momento todo se terminó, el juicio y las acusaciones, como si hubiera sido una actuación que finalizaba, y yo desperté perplejo y desorientado. No lo entendí en el momento, y me confundieron quienes estaba en el sueño y la situación, pero después de lo que pasó esa mañana, creo haber entendido el verdadero significado, como si hubiera tenido una epifanía. Realmente eso, la muerte, es lo que mi abuelo quería. No era un castigo, era la libertad. Estaba cansado de que lo juzgaran, de que lo acusaran de no tomar los medicamentos, de no comer y de dejarse vencer. Y a pesar de todo, el haber tenido ese sueño me tranquilizó y me ayudo a aceptar la realidad más serenamente, aunque aún ahora no puedo explicarlo de ninguna forma, y quienes me conocen sabrán que para mí es muy dificil aceptar que ese sueño y lo que pasó la mañana siguiente tienen la relación que hoy creo que tienen.

  Y esa fué finalmente la única frase que pude dar y repetir como consuelo a todos los que como yo, lo querían y sufrían. "Es lo que él quería".

  En el velorio, que él también hubiera querido que fuera una fiesta, nos reunimos alrededor de aquel cajón de madera y brindamos con un whisky por él. Mientras apenas pude murmurar un adiós ahogado, no sé de donde sacó entereza mi tío, el hijo que mi abuelo nunca tuvo, para ponerse a cantar y dedicarle una última canción, "De puro curda", y yo me escondía en la cocina para que no me vieran devastado por la emoción y por la bronca, por no saber entera la maldita letra para poder acompañarlo.

  Hoy traté de terminar de escribir este post (cuya finalización hace días que postergo) sin sucumbir a la emoción otra vez, pero no pude. De nuevo se me anudó la garganta y se me nubló la vista por las lágrimas que aún ahora trato de contener, pero no quiero que quede sin terminar esto que es el cierre de una etapa de mi vida que recordaré para siempre con nostalgia, cariño y orgullo.

  Quiero creer que ahora está en una gran fiesta, pasándola bien, disfrutando. El no hubiera querido vernos a todos sufriendo, y menos siendo que terminar de esta forma talvéz fué su decisión. Parecía que me hubiera estado esperando para poder irse tranquilo...

  Donde quiera que estés, abuelo, quiero decirte que aprendí muchas cosas de vos, me enseñaste a ser una mejor persona y que lo realmente importante en esta vida no es tener cosas, sino tener a quien amar y tener a alguien que te ame. Te deseo lo mejor en ese nuevo viaje y quiero que sepas que estoy agradecido de haberte tenido en mi vida todo este tiempo.

  Te quiero y te voy a extrañar mucho.

jueves, 17 de mayo de 2012

Y empezamos otra vez...

Otra vez se "acercan" las elecciones.

Otra vez voy a tener que tomarme la molestia de trasladarme hasta la mesa de votación que me toque, a cumplir con la obligación que me impone la ley. Y otra vez, como muchas otras veces antes, voy a poner papel higiénico en el sobre de votación.

Lo malo no es sólamente que yo tenga que hacerlo, es que muchos otros van a ir a "votar de verdad"...

Como siempre, debo ser yo el que está equivocado, naturalmente. Desde mi punto de vista, ya "probaron" todo lo que había para probar, y ya comprobaron que nada sirve. Entonces ¿porqué siguen convencidos de que votar es una solución viable?

Puedo entender a los militantes, esos personajes que votan "con el corazón", aunque la razón demuestre que en realidad lo que hacen es irracional e injustificado. Los más convencidos votan por "coherencia ideológica" y los otros por fanatismo. Ninguno vota por los resultados obtenidos por el partido en cuanto al bienestar global, que debería ser el verdadero objetivo. El medio se convirtió en más importante que el fin. Ese tipo de votantes son los que todavía creen que los líderes que eligen luchan con ellos y a la par de ellos para mejorar el país. Son gente convencida de que es posible una realidad alternativa y utópica, en la que ellos van a ser considerados como ellos creen que se merecen. Sus ideales son tan importantes que no se dan cuenta de que su fanatismo los tiene ciegos ante una realidad inmutable, basada en reglas que no comprenden del todo, creidos de que cuando sus líderes lleguen al poder, harán lo necesario para cambiarla. No se puede siquiera discutir con ellos, porque han llegado a un punto tal en el que atacan a cualquiera que piense distinto igual que los leucocitos atacan a una enfermedad...

Pues bien, señores militantes, les tengo una noticia: Por si no se dieron cuenta, llevamos casi 30 años de democracia, con participación de los tres principales partidos políticos, y todavía no se resolvieron los principales problemas que nos aquejan desde siempre.

¿Y saben porqué no se resolvió nada? Porque como ya dije antes, nadie va a hacer lo que realmente hay que hacer para resolver los problemas que nos aquejan. Y por eso estoy convencido de que votar no sirve para absolutamente nada. Todo tiene un costo político infranqueable, y nadie va a arriesgarse por la gente que los pone en el poder realmente.

Militar por un partido político hoy día se podría decir que es inmoral, como lo sería defender a un delincuente confeso que no siente ni sentirá nunca ningún arrepentimiento. Es muy probable que muchos de los que militan tengan sus propias agendas también, sus propios intereses, su vista enfocada en una parte de la gran torta que se reparte entre los ganadores. Sino, ¿como puede explicarse que sigan intentando "ganar"? ¿Me van a discutir que es por los principios o por el bienestar de los que están mal? Si este último es el caso, ¿están seguros de que esos objetivos son alcanzables si se asegura y perpetúa la hegemonía del grupo que defienden y que ha demostrado que son tanto o más incompetentes y corruptos que todos los demás?

Los partidos políticos son empresas con su propia agenda, sus propios intereses y sus propias motivaciones, totalmente independientes de lo que sus seguidores creen que representan. Sus líderes salvaguardan y protegen al dios dinero y a sus verdaderos dueños. Un ejemplo claro lo tenemos hoy mismo en nuestro gobierno actual. La izquierda uruguaya se llenó la boca durante cuarenta años con las cosas que iban a hacer cuando estuvieran en el poder, y ahora que están ahí con ámplia mayoría en las cámaras, se "dieron cuenta" como en una epifanía de que no es tan fácil como se lo estuvieron diciendo a sus seguidores durante décadas. Dos períodos de consistencia y continuidad en las cuestiones importantes y solo "mejoras" marginales en algunos otros ámbitos demuestran una hipótesis que era obvia. Sus votantes, ¿no se sienten traicionados acaso?

Seamos realistas. Ya probaron de todo. Todos prometieron y ninguno cumplió. Todos mintieron, abierta y descaradamente, algunos de forma tan incisiva y deliberada que es increíble que aún tengan adeptos (¿Se acuerdan de aquel comercial de radio en el que aparecía Luis Hierro López afirmando "Los colorados, no vamos a devaluar"? ¿O  cuando las primeras elecciones en las que ganó el FA la dirección de la Intendencia de Montevideo con la promesa de Mariano Arana de bajar en un 50% el precio del boleto, y una vez que estuvieron en el poder, hicieron rebajas de porcentajes mínimos en varios tipos de boletos, los cuales "juntos" sumaban "50%" (su primerísima mentira piadosa) y aún hoy día, a pesar de haberse llenado la boca contra la corrupción, ahora se comprueba que son iguales que sus antagonistas blancos y colorados? ¿Y se acuerdan de los blancos, con Lacalle al frente, cuyos tejes y manejes hicieron que el Banco Comercial pasara a manos de los Rohm (delincuentes que efectuaron estafas en varios países durante décadas) y le vendieron también el Banco Pan de Azucar a Stephan Benhamou (quien se exilió al saberse implicado en la obvia estafa del vaciado de dicho banco y murió en el exterior, a salvo de la justicia), ganándose él y su secretario (luego procesado por haber coimeado ineptamente) varios millones de dólares en la transacción?). Votar otra vez a estos (o a otros) políticos para darles otra oportunidad es ilógico. Continuar dándoles soporte es insensato cuando menos.

Mi propuesta: Anular el voto y preparanos para hacer lo mismo que se hizo en Islandia. ¿No saben qué pasó en Islandia? Bueno, averígüenlo y después me vienen a comentar.

Ah, y no me digan que hace falta una crisis económica para hacer lo que se hizo en Islandia... porque esa crisis ya está afectando a todo el planeta actualmente, y no deberíamos esperar a empeorar visíblemente como en el 2002 para poder hacer las cosas bien.

Podemos empezar hoy. ¿O nadie se dió cuenta de que por más que te quieran convencer de lo contrario, los precios SIEMPRE suben y NUNCA bajan y los sueldos NECESARIAMENTE tienen que subir para compensar la diferencia? ¿Nadie se dió cuenta de que es antinatural e innecesario este proceso, ya que los recursos con los que cuenta el país son practicamente los mismos y que la cantidad de gente que vive en él no ha aumentado, sino todo lo contrario? ¿No entienden que los recursos monetarios son irreales y que va a llegar el momento en el que el dinero solo será lo que realmente es, solo papel, ya que hace años que no existe la cantidad necesaria de oro que se supone que debería respaldar a la moneda? ¿Cabe alguna duda de que el sistema bancario de reserva fraccionaria y el neoliberalismo están dejando al mundo al borde del colapso y arrastra a nuestro país hacia el mismo destino, y que la institución que debería velar por la establidad, el Banco Central, ha sido manejado históricamente por gente corrupta que ha permitido a delincuentes como la familia Peirano y los Rohm abrir bancos una y otra vez, aún después de haber defraudado repetidamente a ahorristas y accionistas?

Discúlpenme si me río, pero a la vista están las pruebas... Todos sabemos de los manejes oscuros de los políticos, así que ¿porqué se los sigue votando? Hay que despertar y entender que los políticos y el bienestar de la gente gobernada por ellos son incompatibles entre sí. Son capaces de todo tipo de mentiras y arreglos sucios destinados a ponerse a ellos mismos en el poder, sin otro propósito, sin objetivos globales fuera de esos. Quien hoy día crea que votar tiene algún otro propósito que no sea engordar el bolsillo de algún político, está franca y defiitivamente equivocado. ¿Por qué se creen que aún hoy es obligatorio ir a votar? Porque si no lo fuera, la "lucha" se reduciría a los militantes, los fanáticos (esos que votan "con el corazón", como si se tratara de un partido de futbol), los que tienen intereses y apuestas fuertes dependientes de decisiones tomadas por gobernantes corruptos, y los políticos mismos. El resto se quedaría en casa disfrutando de un domingo en familia, algo que tiene mucho más valor que la política y el "manejo" del país.

¿Qué importa quien gane, si el dinero es el que gobierna realmente?

Como decía Edward R. Murrow, "Good night, and good luck"

jueves, 1 de marzo de 2012

El caso Miami-Box

Hace tres años que soy cliente de esta empresa, Miami-Box. Su servicio consiste en ofrecer direcciones físicas en Miami a residentes de Uruguay, de forma tal que cuando uno compra artículos en USA, (u otros lugares del mundo), estos se envíen a dicha dirección, desde la cual ellos se encargan de hacer el flete hacia Uruguay. Simple y conciso.

Traigo un promedio de dos o tres paquetes por mes, mayormente repuestos, artículos que no se consiguen acá, CDs o DVDs, libros, etc. Todo funcionó bien, hasta que en Febrero de 2012, la empresa cambió la forma en que factura a sus clientes. A partir de Febrero, todo paquete que llegue a través de su servicio y que no sea despachado por ellos mismos, deberá pagar un extra de U$S 15 por concepto de "Validación de Guía". ¿De qué se trata este concepto? Bueno, supuestamente consiste en la "validación" de la documentación necesaria para hacer el despacho del paquete... o sea, le dieron un nombre y un costo a un simple movimiento de papeles que no le cambia absolutamente nada al usuario, y que de hecho no existe como trámite en el mundo de las importaciones, por lo menos del lado del "fletero".

Básicamente, a partir del 1 de Febrero de 2012, Miami-Box le agregó un "peaje" a los paquetes despachados directamente por sus clientes, seguramente como forma de controlar la creciente demanda de servicios y la explosión de trabajo que los está desbordando (como ejemplo, tengo un paquete que fué entregado el 31 de Enero en las oficinas de Miami-Box, según el tracking del flete local, y todavía no llegó a la Aduana de Uruguay).

Más allá de que Miami-Box está en todo su derecho al cambiar su política de precios, el problema reside en que no le avisaron previamente a sus clientes habituales de este cambio, con lo cual, estos se han encontrado con la sorpresa de tener que desembolsar U$S 15 adicionales al costo que ya tenían calculado pagar.

Cualquier empresa seria habría avisado con suficiente anticipación (digamos, un mes) que iban a cambiar su política de precios, de manera de que los usuarios pudieran decidir si les valía la pena traer ciertos artículos de bajo costo y que muchas veces no ameritan un desembolso extra de más de un 100% del costo, en un trámite administrativo inexistente. Pues en Miami-Box decidieron que no era necesario tomarse la molestia de poner sobre aviso a sus clientes, sino que silenciosamente empezaron a cobrar este adicional en las facturas, y las quejas que se les hacen son respondidas de forma despectiva, o ignoradas cuando mucho. Y talvéz las empleadas fueron instruídas para desestimar quejas mandando a los usuarios a leer el sitio web, donde oportunamente publicaron el cambio en la facturación en un párrafo perdido en una página , como "al pasar", sin ningún tipo de énfasis que ayude a aclarar fácil y rápidamente la duda.

La "calculadora de costos" (un programa que publican para que la gente pueda hacer el cálculo de cuanto cuesta traer algo usando sus servicios) no tiene la capacidad de permitir el cálculo más aproximado posible, sino que omite claramente el costo de los "honorarios" de Miami-Box por el despacho (información que figura en otra página y que no queda claro porqué no está incluído en el calculador), y directamente carece de una opción para quienes desean hacer los despachos por sí mismos. Veamos un ejemplo, con datos ingresados y calculados usando el software que tienen disponible para dicho menester:


Costo en Miami (en U$S): 99.99
Der. de Internación U$S: 73.18
D.U.A U$S: 0.00
T.C.U U$S: 15.00
Despachante de aduana U$S: 15.00
Flete Internacional U$S: 12.60
Flete Nacional U$S: 0.00
Manejo U$S: 5.00
Total de Gastos U$S: 120.78


Acá faltan los "honorarios" de Miami-Box (U$S 10, indicados en otra página) y si uno hace el despacho uno mismo, debería reemplazar el concepto "Despachante de aduana" por el de "Validación de guía", ya que cuestan lo mismo. Esta gente se escuda poniendo un mensaje que indica que los "valores podrían sufrir pequeñas variaciones de costo", aunque en un paquete que vale U$S 10, esa variación ahora es del 150%, así que lo de "pequeña" le queda "corto"...

Paquetes comprados en Enero, cuando este costo no existía, fueron facturados en Febrero con el sobrecargo de la "validación de guía", con el agravante de que dichos paquetes fueron recibidos en Febrero porque "se atrasaron los vuelos", o sea que además de tener que esperar tres o cuatro semanas por algo que debería tardar solo una, tenemos que pagarles extra por un trámite que básicamente no existe, lo que es claramente un agravio a quienes somos clientes habituales.

En definitiva, Miami-Box está tratando a sus clientes de forma totalmente irrespetuosa. Se podría decir que una vez fueron pioneros en un servicio que hacía falta, pero ahora, con este cambio en la política, totalmente furtivo y sin notificación previa a los clientes, se han hecho acreedores de un grado inmenso de desconfianza y de mi más acérrimo repudio. A mi me perdieron como cliente, y estoy seguro de que a muchos otros también, por exactamente el mismo asunto. Ahora voy a ir a una empresa competidora y de mucho mayor renombre a nivel internacional, quienes seguramente me va a cobrar más caro, pero por lo menos no me van a "sorprender" con costos extra que aparecen de la nada y sin avisar. Prefiero pagar más por un servicio serio, que pagarle a alguien deshonesto y que cambia sus precios sin avisarme siquiera.

Ya está hecha la denuncia en Defensa del Consumidor, así que espero que les haya hecho provecho.

 
Gustavo Castro

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